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sábado, 3 de marzo de 2012

Dentro del caballo.

ULISES: ¿Ya estamos todos? Vale. Cerrad . ¡Un momento, que paso lista!. Acamante, Agapenor, Anfidamante, Anfímaco,Anticlo,Antífates,Antímaco,Áyax ,Calcante, Cianipo, Demofonte, Diomedes, Equión, Epeo, Esténelo, Eumelo, Euríalo, Euridamante, Eurímaco, Eurípilo, Filoctetes, Idomeneo, Ifidamante,Leonteo, Macaón,Meges, Menelao, Menesteo, Meríones, Neoptólemo, Peneleo, Podalirio, Polipetes, Talpio, Teucro, Tersandro, Toante,Trasimedes, y Yálmeno. Bien, estamos todos. Ya podéis cerrar.

ANTÍFATES: (se oye a lo lejos). ¿Seguro que no hay espacio por allí arriba? Digamos que la pezuña del caballo no es el sitio más cómodo. Ulises, ¿no podrías haber pensado otro animal? Una oruga por ejemplo, estaríamos todos más cómodos.

ULISES:   Pero, ¿te parece que una oruga es un presente adecuado para el dios Poseidón? ¿Quién se iba lo iba a creer? (Risas al fondo). A ver, si no os gusta mi plan, lo dejamos y seguimos luchando 10 años más.

TODOS: No, no, no.


TOANTE: Por cierto, Ulises, ¿tú sales el primero, no?

ULISES: Pues…no lo había pensado…pero quizás tendría que salir yo el último. Ya sabéis, por eso de mirar si queda alguien, si gotea algún grifo…. Creo que lo tendríamos que hacer a suerte.

MACAÓN: Hombre, la idea es tuya, deberías salir tú primero.

ULISES: Gracias, pero no. Lo haremos con el palito más corto. (Reparte entre sus compañeros). Equión, te ha tocado.

EQUIÓN: Pues maldita la gracia. Ya verás cómo nada más salir ya recibo.  



TALPIO: Ulises ¿y el baño?

ULISES: ¿Qué baño? ¿Qué os pensáis, que esto es un caballo-palacio? No hay baño. ¿Cómo va a haber baño? Si tienes ganas, pues te aguantas. O haberlo hecho antes de entrar. 

TALPIO: Vale, vale. (murmurando). ¡Qué paciencia tiene que tener Penélope!.


(En una parte alejada).


IDOMENEO: Podalirio….pss..psss.. Podalirio.

PODALIRIO: Dime.

IDOMENEO: He pensado que si esto sale bien, un día os podríais venir tú y tu familia a pasar unos días en Creta. Tengo un palacio y hay bastante espacio.

PODALIRIO: Pues muchas gracias , de verdad, lo mismo digo.


(En otra parte).

ANFÍMACO: En mala hora prometí ayudar a Menelao si pasaba algo con su mujer… ¡Tan tranquilo que estaba yo en mi casa!

MEGES: Ya ves. Si Menelao la hubiese vigilado más….

MENELAO: ¿Estáis hablando de mí? Si tenéis algo que decirme, pues  me lo dices  a la cara.

MEGES: Pues sí, de todos los pretendientes que tenía Helena, va y  te escoge a ti. Tendrías que haberla vigilado más.

MENELAO: ¿Todavía no has aceptado que no te eligiese a ti? Vas a ver…

(Se enzarzan en una pelea)

ULISES: ¡Queréis parar! Se oyen a lo lejos voces, así que todos en silencio y a esperar que decidan entrarnos a la ciudad.

sábado, 28 de enero de 2012

Voces

Iba con prisa. Llegaba tarde. Crucé sin mirar. Un impacto. 

Lo siguiente que recuerdo fue despertarme en la cama de un hospital. Y empezar a oír voces. 
Empezaron a acompañarme como un murmullo ininteligible. Y poco a poco fueron definiéndose. En plural. Porque no se trataba de una voz interior malévola que me empujaba a cometer actos violentos, ni me acosaba descubriendo lo que otros pensaban de mí. No, eran voces a las que podía poner nombre y apellidos. 

La voz que identifiqué con la de Karl Marx me reclamaba que pronunciase un discurso contra el capital delante de toda sucursal bancaria. La de Steve Jobs, que lanzara y pisara todo móvil o tablet que no usara su sistema operativo. La de J.S.Bach que instruyera a todo jovencito que fuera escuchando Danza Kuduro con su mp3. Roland Barthes me impulsaba a hacer recomendaciones literarias a toda persona que leyera en el metro. Debido a los consejos de Mies van der Rohe tuve que huir de un edificio en obras. Y cada mañana, un debate con Freud sobre mis sueños. 

Ya no podía seguir más así. Tal y como habían llegado tenían que marcharse. Todos gritaron que no lo hiciera, todos excepto Virginia Wolf.

Traducir

«... y lo mesmo harán todos aquellos que los libros de verso quisieren volver en otra lengua: que, por mucho cuidado que pongan y habilidad que muestren, jamás llegarán al punto que ellos tienen en su primer nacimiento.» (Cervantes, El Quijote)

Siempre he pensado que hay dos tipos de filólogos: los que tienen que traducir y los que no ( y que conste que no considero ninguno mejor que otro). En mi caso, las lenguas con las que trabajo, no son ni de largo, mis lenguas maternas. Poco a poco me he ido familiarizando con ellas, siendo capaz de disfrutar de su lectura y de disfrutar de sus creaciones…pero soy incapaz de traducir. Si que sé lo que significan cada una de las palabras, y en su conjunto. Pero me resulta totalmente imposible producir algo en castellano o catalán que se asemeje al original, o que yo sienta que está expresando lo mismo. Por otro lado, la labor traductora no está en mis objetivos inmediatos, y supongo que antes de desempeñarla tendré que reflexionar profundamente sobre su naturaleza. De momento, me quedo las reflexiones de Walter Benjamin en su ensayo “La tarea del traductor”: Pero ¿se hace acaso una traducción pensando en los lectores que no entienden el idioma original? Esta pregunta parece explicar suficientemente la diferencia de categoría entre original y traducción en el reino del arte. Por lo demás, es esta la única razón posible para repetir «la misma cosa». ¿Qué «dice» una obra literaria? ¿Qué comunica? Muy poco a aquel que la comprende. Su razón de ser fundamental no es la comunicación ni la afirmación. Y sin embargo la traducción que se propusiera desempeñar la función de intermediario sólo podría transmitir una comunicación, es decir, algo que carece de importancia. Y este es en definitiva el signo característico de una mala traducción. Ahora bien, lo que hay en una obra literaria— y hasta el mal traductor reconoce que es lo esencial— ¿no es lo que se considera en general como intangible, secreto, «poético»? ¿Se trata entonces de que el traductor sólo puede transmitir algo haciendo a su vez literatura?


AÑADO: Por casualidad, acabo de encontrar este artículo sobre el tema:

http://parles.upf.edu/parles/node/258

Homero, Ilíada

La lectura de La Ilíada puede hacerse costosa, algunas de sus características se alejan de aquello a lo que está habituado el lector de novela actual. Una manera de acercarse a la epopeya homérica es la versión que de ésta da Alessandro Barico, en Homero, Ilíada. El libro consta del discurso o exposición de los hechos a manos de 21 personajes (Criseida, Tersites, Helena, Néstor, Agamenón, Andrómaca...entre otros), de manera que cuando concluye, el lector ha reconstruido los últimos días de la ciudad de Troya.

Vacaciones

No me gusta el calor de las vacaciones, y tampoco el aire acondicionado.
No me gustan las vacaciones por los planes de quedar con amigos, ideados en los meses anteriores, que no se realizan.
No me gustan las vacaciones por la obligación de visitar sitios desconocidos, que cuando se recorren, obligan a pensar cuán bonitos serán en otros meses.
No me gustan las vacaciones porque me condicionan: ir a buscar un libro y que la librería/biblioteca esté cerrada; planear los viajes dependiendo de cuándo decida el resto de la población hacerlo; no poder ir a comprar pescado a mi comercio habitual….
No me gustan las vacaciones porque al no poner el despertador, tengo la sensación de haber perdido horas provechosas.
No me gustan las vacaciones porque los amores de verano son irreales.
No me gustan las vacaciones porque los periódicos pierden contenidos.
No me gustan las vacaciones porque dejo de ver a personas desconocidas, pero cotidianas.
No me gustan las vacaciones porque lo que hacía 10 años antes, ahora ha perdido el sentido.


Pero me gustan las vacaciones porque, sin quererlo, algo me aportan: amigos con los que quedar en invierno, lugares para volver a visitar, libros que leer en noches frías, reflexiones sobre uno mismo…y valorar lo que temporalmente había perdido.

De una traducción de Safo

Hasta hace poco tiempo no me había planteado mi relación con las traducciones de poesía. Es más, no recuerdo cuál fue la primera. Intuyo que estaría interesada en algún autor en concreto, y no me daría cuenta que accedía a éste a través de los ojos (y el ingenio) de otro. Poco a poco empecé a reclamar que las ediciones presentaran el texto original y la traducción (como esperando, a modo de escena hollywoodiana, que el checo , por poner un ejemplo, se volviera inteligible). En la facultad, como todo estudiante de clásicas (quien lo niegue miente) acudía a las traducciones para evitar arduas búsquedas en los diccionarios y así poder tener el texto preparado para la siguiente clase. Pero poco a poco fue surgiendo el impulso o necesidad de mirar los dos textos (original y traducción) a la vez. Acabé la licenciatura en este estado, y no ha sido hasta años después que me he atrevido a enfrentarme al texto en su versión original (en latín o griego, por supuesto, por más sitúe lo delante de mis ojos , el checo continúa siendo un misterio).Comparando los textos y sus versiones te das cuenta de lo vinculadas, motivadas, subjetivas y absurdas que pueden ser las traducciones. Cada persona es un mundo, un poeta y un traductor. Y al igual que hay personas con las que no ves ni un atisbo de afinidad, hay traducciones que , sinceramente, te revuelven el estómago (filológicamente hablando). Por eso, me ha entusiasmado la traducción de Safo de Juan Manuel Macías para DVD ediciones. Y mucho su introducción (o declaración de principios), donde considero que hay grandes afirmaciones que comparto.En primer lugar, por consideraciones respecto al ámbito de la filología clásica: desmitificar todo el asunto de la biografía de Safo (en fin, básicamente su condición sexual) y de paso algunas de las grandes losas que pesan sobre la filología clásica. En segundo lugar, sobre la consideración de la traducción como “recreación poética” y “género literario al que no queda más remedio que resignarse” (página 20). Más de un profesor universitario consideraría pecado dejar de traducir un acusativo como tal: eso explica las traducciones que solamente producen indiferencia. La traducción del texto me parece muy acertada. No sabemos qué diría Safo, nos podemos imaginar que dirían ciertos filólogos de siglos pasados. Por mi parte, lo único que resta hacer es felicitar al” traduautor”.

Pelo

Mi madre tenía un hermano calvo. Por eso, cuando conoció a mi padre, y vio que la cosa iba en serio, empezó a rezar a todos los dioses conocidos (daba igual la religión) para que sus hijos no saliesen sin un pelo. Y obtuvo sus resultados, aunque no fuesen los deseados.

Gracias a sus ruegos a Odin y Thor, mi hermana nació con un lacio y liso cabello rubio. De pequeña era muy mona, eso sí, pero con la edad desarrolló la consabida “estupidez de las rubias”. Su manera de escaquearse de cualquier obligación familiar era decir “A mí no me lo pidáis, que soy rubia”.
En mi hermano confluyeron las plegarias a Ganesha y a Kaila y Amarok. Durante la primera mitad de su vida su cabello era ondulado a lo Apu Nahasapeemapetilon. Ya de mayor, desarrolló el abundante pelo negro esquimal: tuvo suerte, los esquimales no tienen canas ni padecen calvicie.
Mi hermana fue fruto de los ruegos a Dagda, Balar y  Morrigon, y tiene una hermosa cabellera pelirroja. Y yo, pues…. No sé qué lamento más, si no haber nacido hombre o que mi madre rezara a Santo Tomás de Aquino. La tonsura no queda bien en mujeres.